Rafael Munita recorre sus 40 años de grabado

Por primera vez, el maestro del Taller 99 exhibe en forma individual en Valparaíso. Hoy, señala, busca “eliminar la intención para que aparezcan las miradas esenciales”.
“Nunca he necesitado el color. No es que vea en blanco y negro, solo que no veo la diferencia”, reflexiona Rafael Munita, en la antesala de su exposición “Tiempo en línea”, recientemente inaugurada en la sala Casaplan, de Valparaíso. Se trata de una extensa recopilación de sus cuarenta años de trabajo, buena parte de los cuales Munita -uno de los nombres más destacados del grabado en Chile- ha realizado como parte del Taller 99, fundado por Nemesio Antúnez y reconocido como el principal referente de esta disciplina en nuestro país.

En esta muestra, compuesta por más de 80 obras, predominan los negros, los grises y los blancos, una marca del trabajo de Munita, quien es además un gran exponente de la técnica litográfica. De hecho, la mayor parte de las obras que se exponen en Casaplan son “litos” y también algrafías, una variante que entusiasma a Munita en la actual etapa de su carrera.

Procesos
Rafael Munita Zañartu, 62 años, egresado de la Facutad de Artes de la Universidad de Chile, formado en el prestigioso Tamarind Institute de Estados Unidos, integrante fundamental del Taller 99 y docente en numerosas instituciones de formación artística, tiene currículum suficiente para impresionar a cualquiera.

Pero con la sencillez que dan los años de experiencia, confiesa que esta muestra no pretende ser una retrospectiva rigurosa, que muestre “lo mejor” de su obra, sino, por el contrario, una expresión de sus procesos y exploraciones artísticas en cuatro décadas dedicado al grabado.

“Es una especie de retrospectiva, pero sin esa pretensión. Acá en Valparaíso no había mostrado individualmente, solo en colectivas, y como profesor uno de a poco va dando testimonio de sus procesos y experiencias. Al mostrar el proceso de desarrollo de la obra, son más evidentes los periodos, las pausas, los movimientos. Empezó a tener sentido la idea de mostrar lo malo con algo más logrado, y ver la movilidad del proceso, ver los trabajos iniciales -con mucha carencia técnica-, ver las tensiones y cómo, cuando ya vas dominando la técnica, aparecen las pretensiones, y cómo después, ya más de viejo, quieres que se manifiesten las ideas, para poder juntar todos esos minutos, esos tiempos. Es un riesgo, uno se expone, pero quise que fuera una exposición más auténtica”, señala el artista.

Pasión por la algrafía
Como maestro grabador, Rafael Munita ha incursionado en diversas técnicas, como la xilografía y la calcografía. Pero son las litografías, y en particular la técnica de la algrafía, donde se utiliza una plancha de aluminio para grabar, las que apasionan al artista.

“En la algrafía se trabaja sobre planchas de aluminio con toner, esto da un tipo de aguada que es distinta a la aguada tradicional de una litografía, que usa touche, que es más graso. Esto es plástico y con el alcohol, tiene un movimiento y una aguada muy especial. Esta técnica me acomodó mucho porque yo estaba en un tiempo de búsquedas mucho más esenciales, ya no el virtuosismo, sino un mirada más cruda, que parezca más esencial”, explica Munita.

Al artista no le inquieta la búsqueda del color en sus obras: “Te das cuenta de que en ciertas machas, en ciertos tonos de grises, hay color. Nunca he necesitado el color, incluso esos grises cálidos, jugosos, densos que da la algrafía, son un poco color”.

La mirada
Si bien el rostro humano se observa como elemento fundamental en sus grabados, hoy Munita señala que ha dejado atrás la idealización del tema para emprender la búsqueda de aspectos más esenciales de la obra. “Lo que un busca es la significancia, la armonización gráfica, cómo se relacionan las direcciones, las tonalidades, los colores, cómo se tensionan en una zona en la composición (…) Se suavizó el idealismo y ahora es como recorrer y esperar que aparezca. Mirando se adquiere mucha experiencia visual para poder desprejuiciarse, eliminar la intención para que aparezcan las miradas esenciales, sin saber mucho qué va a aparecer”, explica Munita.

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